miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sobre una página con el optimismo y la visión entendida de mi padre

Abro hoy las páginas de mis “Caminos…” y encuentro, entre los andares de otros, un “Dialogo con un hombre humilde y erudito” que conozco como a nadie. Me sorprendo con que, dentro de mi propia casa, otro periodista encuentra alientos y respuestas en las vivencias y la sabía de los años de mi padre.
Muchas veces yo he usado sus testimonios en mis escritos; pero le he estado debiendo a Borges, durante casi 20 años de oficio periodístico, un reportaje igual; tal vez por un personal código de ética.
Coíncido con el autor, Dr. Rafael Cruz, que en la historia de los hombres aparentemente más comunes, está el más aportador de los diálogos y los más convincentes argumentos: privilegiados los que podemos contar con ellos para creer en un futuro diferente y mejor. No quiero entonces, si para esto sirve, que quede exclusiva y en los marcos de una sola página el optimismo y la visión entendida de mi padre.
Para quienes llegaron primero a mis “Caminos… que a la altura de “Turquinauta” reproduzco el “Dialogo con un hombre humilde y erudito” publicado por el Dr. Rafael Cruz en su blog.

Dialogo con un hombre humilde y erudito
El señor de los hierros es un hombre humilde, proletario, jubilado y tiene apellido de poeta: Borges.
Llegó imberbe al central, allá por el 1956 y se mantuvo en la fábrica cerca de cincuenta años, entre molinos y tanden que pesan cientos de toneladas de sólido metal y trituran, durante 90 días sin parar, toda una cosecha de caña de azúcar.
- “sigo yendo casi todos los días, ahora hay mucho ajetreo porque la zafra empieza en enero, doy mi opinión sobre las reparaciones, pero ahora el ingeniero trae los planos en la computadora, y yo de esos aparatos no se mucho, yo estoy acostumbrado al plano sobre el hierro, tu mides en el plano y mides la pieza”.

Habla sin detenerse, como si conversara con un colega entendido como él en esos menesteres de fabricar azúcar, da detalles técnicos, y uno aprende. Yo no sabía que si al bagazo no se le da 45 grados de caída se “duerme” se atasca y el central se para.

Hilda, la esposa, trae un café que sabe a hogar. “El tiempo está cambiando”, comenta ella y abre un nuevo tema. Borges, con esa erudición que tiene los hombres iluminados y humildes, reflexiona sobre la sequía y el cambio climático, aporta sin errores datos de lluvias anteriores.

-“Tenemos además la crisis” – les doy un pie forzado; él se acomoda en el sillón y sentencia:
- “La crisis la arman los ricos y la sufrimos los pobres, y ¿como la resuelven?, estuve leyendo en el periódico, le dan dinero a los bancos, fíjate se están repartiendo el dinero entre ellos”.

Hombres como éste, que dedicaron toda su vida al trabajo duro, comprenden con absoluta claridad las esencias de los acontecimientos y la entregan con el poder de síntesis de un avezado reportero.
- ¿Los nietos?- Vuelvo a interrogarlo.
- “Bien, en la escuela, el varón está inconforme con la nota que le dieron en Física, pero dice que va a resolver el problema, en el próximo examen lo va a hacer todo bien, sin margen a la duda, la hembra está bien, salieron estudiosos como sus padres.
- ¿Que espera para el 2010? –pregunto y la mujer se asombra.
- “! Verdad que estamos ya en diciembre, oye que uno se pasa el día en el trajín y el tiempo se le va!
- “¿Para el 2010?”, reacciona Borges, entonces… “Bueno, ¿tú sabes?, no había pensado en eso, yo espero que sea un buen año”.
Vuelvo, en mi ya premeditado intento de asegurarme de un reportaje periodístico: ¿Y la economía?

- “Mira mi hijo, yo te puedo asegurar que hemos pasado tiempos peores, hubo una época por allá por los 60 que ni cigarros había, después las cosas se acomodaron y aprendimos a derrochar, vino el período especial cuando se calló la URSS y nos volvimos a levantar, en este país la gente está acostumbrada a sobreponerse y salir adelante”.
- ¿Es optimista entonces?
- “Si optimista, tú veras que tendremos un buen año”.
Lo dice sonriendo como si conociera los secretos de la temporalidad, pero no es eso: su piel se ha curtido entre la resistencia y los golpes de la vida; para este hombre, que nunca se separó de su familia ni de sus hierros, el año malo es el que no vives. Si está ahí estás bien.

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