miércoles, 17 de noviembre de 2010

Me declaro inocente…

No estoy obligada a confesarme culpable … son tantas las personas que en ocho años de colaboración docente en la sede universitaria del municipio de Florida perdieron el máximo de la puntuación por mis correcciones ortográficas,  que se me ha vuelto complicado caminar por la ciudad luego que la Real Academia proscribiera a cierto acentos y normas del idioma.
Sólo que, disculpen solo sin acento, no entiendo por qué tanto alboroto pues no tan grandes ni caóticos son  los cambios. Desde hace mucho la Y era nombrada en las aulas cubanas como ye, y no como i griega. En cuanto a la b (be) y la v (uve), igualmente los profesores del español la nombraban desde hace mucho tal y como oficialmente las declara ahora  la Academia.
En realidad los cubanos distinguíamos la v como la ve de la vaca, pero eso creo yo que obedecía más a preferencias culinarias que a ortográficas, igual podríamos haber dicho ve de viaje, o de vacaciones… ¿Usted no cree?.
Sobre la w (doble uve), yo sí acostumbraba a llamarla doblebe, sin embargo mi hijo que ya está en el preuniversitario acostumbraba a rectificarme, al parecer sus maestros ya la nombraban como desde ahora será lo correcto. Y es que el idioma lo crearon y lo hacen  los pueblos, la Academia solo convierte en regla lo que ya va siendo tendencia.
Claro que el problema mayor de mis alumnos está con la omisión aceptada para ciertos acentos y tildes, a lo mejor muchos omitieron el del guion, pero no me culpen por la calificación pues ahora mismo el corrector ortográfico de mi computadora  ha subrayado a la palabra (guion) en rojo; de hecho advierto que hay que “corregir el corrector” cuando inicie el año 2011.
No me preocupa mucho que truhan deje de acentuarse pues el significado del vocablo por sí solo ya representa a un tildado… en cambio sí me deprime la omisión de la CH como letra del alfabeto pues mi hijo que se apellida Chantres no solo le reprochará a su padre haberle quitado el afecto sino que ahora es también responsable de haber perdido la “identidad consonántica” de su apellido… en la lista de la escuela me imagino que lo consignen entre los que inician su  identificación paterna con la ce (C).
Asumo, por tanto, que en sentido general no me desagradan los cambios; logro entenderlos como procesos lógicos del desarrollo de la lengua nuestra… más espero que mis nietos y yo tengamos la posibilidad de comunicarnos perfectamente en códigos de fonemas y grafemas que nos sean comunes y comprensible. Por último me declaro inocente y no tengo porqué tener sentimiento de culpa con las puntuaciones de mis exalumnos… a ellos les enseñé en su momento las normas vigentes para el español y por la calidad de mis clases exigí en la calificación de las exámenes.

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