viernes, 18 de marzo de 2011

Para ver mejor los cambios climáticos y a un Premio Nobel de la Paz...

Desde el 1901 el clima ha modificado su comportamiento. Aún cuando las observaciones meteorológicas sean las mismas el estado del tiempo es muy variable.
Igual le ha pasado al premio Nobel de la Paz que fue creado en el año 01 del siglo XX  y desde entonces hay quien asegura que "depende del estado de ánimo de los parlamentarios noruegos, quienes de vez en cuando les gusta salirse con sus extravagancias".
Así mismo, como aumentan por números los huracanes, los tifones, los terremotos... este 2011 supone el record en nominaciones (241candidatos al premio Nobel de la Paz), y para más coincidencia será entregado en el mes de octubre cuando mayor es la actividad de la temporada ciclónica.
El galardón tiene una dotación monetaria de unos 1,6 millones de dólares, los que le han sido muy insuficientes a Barack Obama para mantener "la paz económica" de América, lo cual lo obliga a mirar "pacíficamente" hacia otras regiones del mundo.
Hoy en INTERNET muchos de mis amigos de facebook o de Twitter se cuestionan el premio del presidente y solicitan sanciones para quienes decidieron tal otorgamiento. Bohemia en Cuba les pide encarcelamiento, mientras Ileana se pregunta si es asunto de lógica o antítesis. 
Insisto que el tema está relacionado con el calentamiento global, lo cual no es padecimiento exclusivo del planeta. Los premios, los títulos y los premiados, también,  sufren "cambios climáticos": dónde antes era ya no es, lo que antes parecía ya es distinto...el presidente que dijo ser nunca fue y la paz parece responder también a otro estado de cosas que no es precisamente la paz.
No por gusto Fidel hablaba de otro terremoto, de carácter político, potencialmente más grave, que tiene lugar en torno a Libia, y afecta de un modo u otro a todos los países del mundo.
Creo entonces que entre los cambios del planeta y los cambios de Obama, tendrá la humanidad toda que nominarse por el Premio Nobel y Universal de literatura, a pesar de los gustos y/o disgustos de los académicos suecos, pero que han de reconocer en cada batalla de honor las más dignas páginas de la historia.

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