viernes, 4 de enero de 2013

La historia de un león que no quiso comerse al burrro....

En el Batey del central Carlos Manuel de Céspedes, en homónimo municipio, existió desde mi infancia un parquecito infantil con columpios, hamacas, canales, avioncitos...tal y como se conserva hoy día y que evidencian las foto de esta publicación. Debo agregar por demás que tenia el privilegio, cuando iba a divertirme los domingos y a montar en cada aparato, de saberme encima de hierros y rodamientos que fueron fabricados y atados con la soldadura de mi padre, lo que me entregaba mayor seguridad y confianza.
En el parque había también un zoológico, pequeño pero suficiente para los niños y niñas de aquel pueblo que solo antes habíamos oído hablar de leones y cocodrilos por los cuentos  de la escuela o por la visita casi anual de los circos y sus carpas.
Pues si, en aquel  pequeño sitio de La Isla habitaba un león.
Yo que vivía a pocos kilómetros del lugar, solía escuchar de noche los rugidos del felino junto al inconfundible sonido del central  levantando la presión de sus calderas. Cuando crecí y me hice adulta y fui madre intente compartir mis experiencias infantiles con mi hijo. Solo así me di cuenta de que el León ya no rugía y que apenas parecía un manojo de carne y poco pelo.Entonces esta fue parte de una historia en un reporte periodístico que pretendía evitar la definitiva muerte del depauperado animal. La critica hizo impacto y, según supe después, el responsable del asunto hizo un ultimo esfuerzo por alimentarlo pero definitivamente murió.  Por mucho que indague solo logre sacar una parca respuesta: el león murió porque no quiso comerce al burro.No es mi costumbre conformarme con pocos argumentos pero tardaron algunos años para que conociera los detalles. Les cuento entonces la verdadera historia.
Era la década de los 90 y alimentarse en Cuba era una operación de puro ingenio. Apareció, o mejor se extendió, el consumo de una nueva variedad de plátano mas resistente a las plagas y de mayor productividad por racimos.Todos comenzamos a extrañar el plátano macho y a imponernos el gusto por el que aparecía a toda hora en cualquier escenario aliemtnario: el burro.
Por esa misma razón, el administrativo del central encargado de la logística, al escuchar por la radio mi comentario hizo llamar de inmediato al responsable de la brigada que velaba por la limpieza del batey y el mantenimiento de los animales incluyendo su aliemntacion.
Lalo, (así se hacia llamar el imperativo logístico),ordeno a su subordinado nada mas y nada menos que hervir un racimo de plátanos burros... pero el león que al parecer no se había "aplatanado" en Cuba ,ni sabia aun de la resistencia de los cubanos, se murió por no comerce al burro: de haberlo sabido se hubiera salvado como nos salvamos todos en ese momento.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente narracion, asi, tambien sucede en la vida.., parece una fabila de esopo... Jose Luia Z A... ..... Veracruz, mexico

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