jueves, 25 de julio de 2013

¿Cuál es el pacto de los cubanos a 60 años del Moncada?.

El contexto político, económico y social en que se produce el asalto a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, condicionaba con fuerza el descontento  que la población de Camagüey sentía y expresaba, tal y como estaban todos los cubanos y cubanas, de esa época, viendo  frustradas sus aspiraciones de vivir en una nación digna y próspera.
La provincia de Camagüey, por su posición geográfica, era lugar apropiado para Los garroteros, politiqueros, proxenetas y todo tipo de vicios, además de otros problemas inherentes al sistema como la insalubridad y el analfabetismo. El nivel de desempleo se manifestaba al 44,5 por ciento, mientras el salario real y el poder adquisitivo de la escasa población trabajadora disminuían en la región denotando el elevado  grado de explotación patronal.
Predominaban las clínicas privadas que prestaban servicios médicos sólo a quienes podían pagarlos. Una gran parte de las embarazadas parían en sus casas y algunas eran atendidas por comadronas o recogedoras.
Las escuelas existentes en estos momentos no eran suficientes para resolver las demandas de estudio de los humildes. Prevalecía, según el censo de 1953, el analfabetismo en más de la tercera parte de la población total.
En el municipio de Florida, por ejemplo, el 85,9 por ciento de las viviendas eran de madera, yagua, tejas y con piso de tierra, en su mayoría carecían de baño, porcentaje superior al resto de los municipios de la provincia.
En el juicio por los acontecimientos del 26 de julio de 1953, Fidel expone en su alegato de autodefensa   esta problemática que no le era exclusiva a la región del Camagüey, sino que era inherente a todos los pueblos y ciudades cubanos. Tal certeza y visión le permitió al devenido documento  aglutinar entorno a su fuerza  un movimiento revolucionario que convirtió  a la “La historia me absolverá” en fundamento teórico y argumental para la lucha revolucionaria.
La Revolución adquirió con el Programa del Moncada una plataforma política de nacionalismo, desarrollo económico y justicia social. Una combinación formidable de bendición y proyecto que movilizó a centenares de camagüeyanos, una vez alcanzado el triunfo el primeo de enero de 1959, a la alfabetización, a la aceptación de las reformas agraria y urbana, a la nacionalización de las principales industrias, y al ejercicio de una política  independiente: aspiraciones de toda una nación que nunca antes las había podido materializar.
A los cinco años, cinco meses y cinco días del asalto al Moncada, se dio  comienzo a una colosal obra política, económica y social que, guiada con indiscutible valor por el Comandante en Jefe Fidel Castro y el concurso ilimitado del pueblo, permitió hacer realidad la trasformación que exponía, necesaria y radical, La Historia me absolverá..
En el ámbito económico, este programa social no ha perdido vigencia si entendemos por ello que tanto gobernantes como gobernados estamos de acuerdo en los objetivos a alcanzar. Los camagüeyanos  y camagüeyanas de hoy hemos pactado  en la necesidad de trabajar por una economía con crecientes grados de autonomía, menos vulnerabilidad a los vaivenes mundiales y a las presiones del imperio, con ritmos razonables de prosperidad colectiva e individual y con suficiente productividad como para sostener nuestras ambiciosas aspiraciones de justicia social.
Los Lineamientos... para la actualización del modelo económico apuntan en la dirección correcta: descentralización, productividad, desarrollo de las fuerzas productivas;  cumplir, en resumen, el axioma martiano: “Ser próspero es la única forma de ser bueno”; máxima que iluminó aquel 26 de julio de 1953 a las acciones del Moncada, que evocó con dignidad Fidel en La Historia me absolverá, y que inspiró a la generación de cubanos que no dejaron morir al apóstol  cuando iba a cumplirse cien años de su caída en combate.

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