Ésta nos pareció de las menos difundidas y su propietario aseguró mostrarnos al Che convocando a un trabajo voluntario… La instantánea, nos presenta a un hombre al que no le hacían falta lámparas ni escenarios para convocar al fenómeno de la luz, y provocar al lente fotográfico de hasta el menos avezado en el oficio.
Aunque para concebir su rostro basta saber con que existe. Su imagen nos llega sin ni siquiera mirar una de sus socorridas y comercializadas fotos… basta saberlo en el ejemplo, en la memoria perpetua de su obra revolucionaria.
Mas si el tema vuelve a ser de retratos y de fotógrafos, siempre pienso en ese, que sospecho perturbado, y que se atrevió a atrapar su imagen ese nueve de octubre cuando yacía en su último lecho, donde lo adivino agonizando con la vida y haciendole muecas a una muerte que no hizo más que devolvérnoslo en la infinitud y la eternidad.
No se si me hubiera atrevido mirar tras el lente de ese aparato, a esos ojos contrariados por las urgencias de las misiones que lo aclamaban y la inmovilidad de sus piernas a causas de las heridas y los ultrajes… A ese, que pudo ser tan profesional para soportarlo, le agradezco, al fin y al cabo, que nos entregara una vez más a un Che hombre, de sencilla naturaleza, de humildad hasta para morir, de dignidad para hacer de su cuerpo esencia inmaterial de Inspiración y de fe…
Porque todos sabemos que éste, su último instante, fue el inicio de un nuevo peregrinar guerrillero por América y por el mundo con su adarga al hombro, haciéndonos saber a todos los hombres del planeta que ver gigantes en lugar de molinos no es asunto de demencia sino de utopía y que vencerlos a pesar de los golpes de las aspas… es siempre posible.
Ante esta foto encontrada y ante tu efigie repetida en cada obra y en cada jornada, quiero decirte una vez más: Contigo estaremos Guerrillero... Hasta la victoria siempre.
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