
Cuando esperamos a un hijo, solemos comprar ropitas y
juguetes amarillos. No importa que predicciones
médicas o supersticiosas nos revelen el sexo, el amarillo será siempre el color
del primer traje de nuestros hijos cuando vienen al mundo.
Adriana sabe que ha
de renunciar al sueño de una canastilla amarilla... No obstante, atará lazos
como el sol, en los árboles y en su alma porque su fe y su amor le dice que Gerardo
un día llegará.
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