"Los zapatos dicen de la gente… hay que mirar zapatera y manera de llevarlos para definir la personalidad de alguien". La idea motiva a un pintor que tuvo una visión en la noche. La almohada no le era suficiente, las imágenes venían en pares, maltrechas o nuevas de paquetes, en colores, o tristes, o alegres… ninguna dejaba descansar a sus ojos y pensó en los zapatos.
Dice este pintor que tiene un proyecto para pies calzados y para estantes con botas, con tacones o sandalias… zapatos jadeantes de recientes pasos, o roídos porque no hay otros para el reemplazo y, hasta puede que zapatos en lista de espera hacia algún camino.
El pintor ya tiene en su tarjetero de modelos a un excombatiente que aun lleva, porque son historia, las suelas con que pisó la sierra. Él no sabe si el hombre tiene otras guardadas en casa o si lo que no tiene es dinero para remendarles las arrugas a las vencedoras del tiempo, pero el simple hecho de llevarlas siempre y rotas lo define como el eterno soldado que es.
Incluido está en la lista, un cubano con nombre común, (común para la generación de los nombres con y), que cruza los NIKE en el contén de la acera. Los lleva de una marca que tiene la singularidad de inmigrante. Buenos zapatos que dirán bien, quiero decir con exactitud, sobre la manera de ser de otros y que, asumiendo la sentencia del pintor, nos exponen al riesgo de apropiarnos de otras identidades. Pero, este cuadro no sólo hablará de los NIKE cruzados sino de la falta de oficio de los pies que guarda dentro.
Así, zapateras y zapatos, pies andando o detenidos, armarán una galería que pretende definir gentes que se denuncian o descubren con la manera de asumir el calzado en sus pies. Y me pregunto, ¿Se atreverá ese pintor a hacer mi imagen con las sandalias o los tacones que guardo en mi cuarto?
Yo que muchísimas veces he tenido que andar con personalidad prestada, quiero decir zapatos. O con rostro de medio punto de más, o medio de menos, sin saber a ciencia cierta que parte es el que más se aprieta y se aligera. Pues tendría para ello que saber cuál sentimiento o expresión le sugiere mi dedo grueso que en ambos pies es el más largo. Creo, en verdad, que más dirán sobre mí los que ya no están, los que perecieron en sus suelas, los que agujerados o envejecidos se aferraban a mis pies, porque nada mejor que un zapato viejo para acomodar el descalabro del metatarso. Nada mejor que ellos para hablar de mis caminos y mis verdaderos pasos.
Pero me parece interesante la tesis del pintor, los cubanos hemos hecho historia con las historias de los zapatos. Hasta pudiera hacerse una periodización por estilos y recursos, y entonces clasificaríamos a la gente ya no sólo por el oficio que desempeñan o el grupo social al que se integran, pudiéramos entrar de momento a ser renacentistas, o barrocos, o post modernos…. O quien sabe que nombre podría definir la industria local del zapato de los cubanos en años de historia.
Mas, quiero aclarar, que no estoy cuestionando a Roberto Noguel que es el autor de la idea, sólo que me dejó inquieta su tesis y comencé a visualizar el resultado de una obra que cuando esté expuesta seré la primera en visitarla porque ardo en deseos de ver a cubanas y cubanos de cinco generaciones mostrándose a plenitud y sinceramente desde la noble y original óptica de sus zapatos.Les aviso desde mi blog y de antemano, los invito.
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Tomado de
Granma
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Hace 1 año
1 comentarios:
Bella persona Martin. Recuerdo cuando me atendio en la clinica dandome las terapias. Un saludo para el. Te felicito Moraima por contar la historia de un hombre tan humilde
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