martes, 12 de junio de 2012

A TRESCIENTOS SETENTA AÑOS DE LA MUERTE DE GALILEO GALILEI….Y SIN EMBARGO….

Fue en el mes de junio del año 1633 la sentencia de prisión perpetua y retractación de sus ideas de Galileo Galilei, el hombre que a juicio de las ciencias en el siglo XXI es considerado padre de la astronomía y de la física moderna.
Giuseppe Baretti (crítico de la Ilustración italiana) afirmó que después de la abjuración de su teoría sobre el heliocentrismo Galileo expresó  “Eppur si muove” (Y sin embargo se mueve), refiriéndose  al planeta tierra. Stillman Drake, por su parte, precisa que la frase, de haber sido dicha, no fue exactamente frente a los cardenales  inquisidores, quienes no se hubieran resistido de agravar aún más la condena. Los cierto es que dicha o no la expresión latina, cuatro siglo después sigue siendo el asidero más poderoso ante cualquier conflicto entre la autoridad y la libertad de pensamiento.
Hace 370 años de la muerte de Galileo Galilei (1642) y su “Eppur si muove”  revive en la ópera prima del realizador Rudy Mora, de la cinematografía cubana;  obra que viene a reclamarnos la fe en los sueños  y  la polisemia de la verdad.
Con ojo de crítico coincido en algunas ideas con las cavilaciones en “La pupila insomne” del cine cubano sobre el hecho de que ciertos “aspectos de su concepción merecieron mayor estudio y esmerilado, para que esa densidad de fondo no nublara la frescura de la anécdota y su deleite como espectáculo cinematográfico”, no obstante, el filme visto desde una primera instancia con el único propósito de disfrutarlo me dejó un sabor agradable y de enriquecimiento estético y espiritual.
Aún no he tenido la oportunidad de comprobar la reacción del público infantil para quien se cuenta una historia fantástica, y  saber si los código expuestos le dicen más de lo que ven.” Y sin embargo” apela a una realidad tan universal como cubana, en un escenario que no remite a ningún lugar  específico del país ni del planeta pero por donde, los que  hemos transitado en años por la vida, alguna vez nos hemos visto.
No sé si habrá a quién no le diga nada, todo es posible, pero creo en que realmente el filme está hecho para un público diverso: para niños que se preguntan con mucha frecuencia (ya que las preocupaciones de la economía familiar no les corresponde) sobre la existencia de otras vidas en el universo; para personas a las que les hastían las comisiones, esas que a veces se aferran a evidencias que pudieron haber sido hasta manipuladas; para gentes que han silenciados sus sueños por inconstancia o falta de fe; para  otros que prefieren  seguir la corriente a los poderes  de los órdenes y el autoritarismo; o sencillamente para quienes  la ausencia de argumentos que prueben su teoría, a pesar de que no siempre la realidad tiene la apariencia de lo exacto, desmayan sin más intento.
Varios críticos han hecho ya sus líneas a esta obra, por eso no quiero detenerme en un análisis que exige un rigor profesional, prefiero  ponerme sólo en la silla del espectador, ese para quien Rudy Mora creó signos y metáforas visuales con el propósito de que viéndolos juntos a sus hijos importaran  puntos de vistas necesarios para la vida.
Múltiples  lecturas y reflexiones,  colocadas ex profeso, me llegaron durante la percepción conminándome a  verla más de una vez. Y sin embargo… pienso que  cuatro siglos después debemos repasar más en la constancia y dedicación de Galileo Galilei a las ciencias, en su manera de seguir investigando a pesar de las fuerzas resistentes e inquisidoras de la envidia y la incredulidad, en su manía de soñar con las estrellas y creer en la rotación y el movimiento; pensar más en esta historia del eminente científico que en la posible invención de su frase “Eppur si muove”  ; es la única manera en que otros Lapatun no callen   ante la desidia  de no admitir  que la verdad  siempre será  mejor que soñada, e imaginada, como dice la canción de Silvio Rodríguez , hombre paradigmático en eso de defender lo que cree  a pesar de los tantos tribunales que lo han juzgado, de unos y otros bandos.


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